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martes, 9 de enero de 2018

SIMONE DE BEAUVOIR

Simone de Beauvoir
Simone de Beauvoir fue una pensadora y novelista francesa, representante del movimiento existencialista ateo y figura importante en la reivindicación de los derechos de la mujer. Originaria de una familia burguesa, destacó desde temprana edad como una alumna brillante. Nacida en París en 1908, estudió en la Sorbona y en 1929 conoció a Jean-Paul Sartre, que se convirtió en su compañero durante el resto de su vida.

Se graduó en filosofía y hasta 1943 se dedicó a la docencia en los liceos de Marsella, Ruan y París. Su primera obra fue la novela La invitada (1943), a la que siguió La sangre de los otros (1944) y el ensayo Pyrrhus y Cineas (1944). Participó intensamente en los debates ideológicos de la época, atacó con dureza a la derecha francesa, y asumió el papel de intelectual comprometida. En sus textos literarios revisó los conceptos de "historia" y "personaje" e incorporó, desde la óptica existencialista, los temas de "libertad", "situación" y "compromiso".

Fue fundadora junto a Sartre, A. Camus, y M. Merleau-Ponty, entre otros, de la revista Tiempos Modernos, cuyo primer número salió a la calle el 15 de octubre de 1945 y se transformó en un referente político y cultural del pensamiento francés de mitad del siglo XX. Posteriormente publicó la novela Todos los hombres son mortales (1946), y los ensayos Para una moral de la ambigüedad (1947) y América al día (1948).
 
Su libro El segundo sexo (1949) significó un punto de partida teórico para distintos grupos feministas, y se convirtió en una obra clásica del pensamiento contemporáneo. En él elaboró una historia sobre la condición social de la mujer y analizó las distintas características de la opresión masculina. Afirmó que al ser excluida de los procesos de producción y confinada al hogar y a las funciones reproductivas, la mujer perdía todos los vínculos sociales y con ellos la posibilidad de ser libre. Analizó la situación de género desde la visión de la biología, el psicoanálisis y el marxismo; destruyó los mitos femeninos, e incitó a buscar una auténtica liberación. Sostuvo que la lucha para la emancipación de la mujer era distinta y paralela a la lucha de clases, y que el principal problema que debía afrontar el "sexo débil" no era ideológico sino económico.

Fundó con algunas feministas la Liga de los Derechos de la Mujer, que se propuso reaccionar con firmeza ante cualquier discriminación sexista, y preparó un número especial de Tiempos Modernos destinado a la discusión del tema. Ganó el Premio Goncourt con Los mandarines (1954), donde trató las dificultades de los intelectuales de la posguerra para asumir su responsabilidad social. En 1966 participó en el Tribunal Russell, en mayo de 1968 se solidarizó con los estudiantes liderados por Daniel Cohn-Bendit.  y hasta sus últimos días fue una incansable luchadora por los derechos humanos.

A partir de 1970 su feminismo se convierte en militante participando en el Movimiento Radical de Liberación de las Mujeres, y durante algunos años, co-presidiendo "Choisir" un grupo feminista para la reforma de la Ley del Aborto. En 1972 presidió la asociación Choisir, encargada de defender la libre contracepción y en 1973, junto con otras personalidades francesas, firma el "Manifiesto de las 343" autoinculpándose de haber abortado clandestinamente. Hasta su reciente muerte actuó en la "Liga de los Derechos de las Mujeres", entidad recep­tora de denuncias sobre discriminación por razón de sexo. También fue fundadora del grupo "S.O.S. Femmes", para ayudar a las mujeres maltratadas.

Simone de Beauvoir

Sus abundantes títulos testimoniales y autobiográficos incluyen Memorias de una joven formal (1958), La plenitud de la vida (1960), La fuerza de las cosas (1963), Una muerte muy dulce (1964), La vejez (1968), Final de cuentas (1972) y La ceremonia del adiós (1981).

Se suele inscribir la obra de Simone de Beauvoir, exclusivamente, en la evolución del feminismo. Con ello se corre el riesgo de olvidar sus reflexiones sobre la creación literaria, sobre el desarrollo de la izquierda antes y después de la Segunda Guerra Mundial, sobre el dolor y la percepción del yo, sobre los linderos del psicoanálisis y, por supuesto, sobre las premisas profundas del existencialismo.

"Aun pensando que la literatura deba ser compro­metida, no creo que deba ser militante porque así se llega al realismo socialista, a los héroes positivos, a las mentiras. En mis libros he tratado siempre de estar cerca de la vida real. Ciertas mujeres me han reprochado no haber utilizado en mis últimos libros heroínas positivas, sino mujeres rotas, desdichadas. Lo hice porque la condición femenina, tal co­mo está hoy, es así como la veo y la siento. y no tengo ningu­na intención de poner en escena militantes heróicas que a mis ojos sean inexistentes o utópicas""

La mayoría de las notas literarias aparecidas desde su muerte acaecida el 14 de abril de 1986en París, insisten en resumir su trayectoria al inevitable punto de referencia de su relación con Sartre y a una competitividad entre ambos que se da por supuesta. Quizás sea éste un tratamiento superfluo para juzgar la vida y la obra de una mujer que si bien frente a los "Contingentes" fue la "mujer necesaria" para el filó­sofo, brilló con luz propia, independientemente de su rela­ción con Sartre, o a pesar de ella.

El feminismo de Simone de Beauvoir

Su gran aporte a la filosofía, como señala la doctora en filosofía, Linda Zerilli, fue la articulación de un nuevo problema filosófico: ¿Qué es una mujer?

En su teoría, el problema de la mujer es abordado desde los puntos de vista:
  • Ontológico: ¿Qué es una mujer?
  • Existencialista: ¿Qué significa ser mujer?
  • Fenomenológico: ¿Qué significa vivir la experiencia de ser mujer?
Este ha sido el punto de partida para las teorías de sexo y de género.

En el Segundo Sexo, publicado en 1947, es considerado un texto fundacional en la filosofía feminista. Ha sido comparado con una biblia, ya que su argumentación, al igual que en el Génesis, parte desde una "caída" en el conocimiento: Simone de Beauvoir cuenta cómo, teniendo apenas un día de nacida, su tía, quien fue a visitarla al hospital, encontró una etiqueta en su cuna que decía "¡Es una niña!". En la cuna de al lado, la etiqueta decía "¡Yo soy un niño!". Ahí yacían, inocentes de una distinción (entre mujer objeto y hombre sujeto) que marcaría sus destinos. Dicha distinción entre mujer-objeto y hombre-sujeto anuncia la falta de reciprocidad entre estos dos géneros y sirve de introducción a su feminismo existencialista.

En el feminismo existencialista de Simone de Beauvoir, el ser humano no es una esencia fija, sino "existencia", es decir "proyecto", "trascendencia", "autonomía", "libertad". Por lo tanto, escamotear a un individuo las posibilidades de proyectar su vida según lo entienda por el hecho de pertenecer al "segundo sexo", al sexo femenino, es dominación, es injusticia. Sus principios han sido incorporados a las políticas de igualdad europeas y han dado lugar a los estudios feministas y de género de centros universitarios de vanguardia.

Simone de Beauvoir

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