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viernes, 31 de octubre de 2014

FELIZ DÍA DE DIFUNTOS

La Santa Compaña es una de las leyendas más conocidas del noroeste peninsular (especialmente en Galicia y en Asturias), aunque su existencia no se concentra solo en esa zona, pues también nos la entramos en otras mitologías regionales aunque con otros nombres.

A pesar de se la conoce como Santa Compaña, se considera errónea, y que la denominación correcta es simplemente Compaña, pues de santa no tiene nada. Igualmente se le conoce con otros nombres dependiendo de la región. Así en Asturias e la conoce como Güestia, en la vieja región del Reino de León, en las actuales provincias de León y Zamora, recibe el nombre de Huéspeda; y en la Extremadura y en Castilla, se le llama Estantigua. También recibe otras denominaciones como Güestia, Güéspeda, Estadea, Hoste, Genti de Muerti, etc.

La Santa Compaña es descrita como una procesión de muertos o de ánimas en pena, que aparecen por la noche -a partir de las doce de la noche- que recorren, errantes, los caminos de una determinada parroquia. La misión de dicha procesión es visitar todas las casas en las que tendrá lugar una muerte. La descripción de la Santa Compaña va a ser diferente, según la región en la que estemos, aunque la más popular es la de una comitiva de almas en pena, que están vestidos con túnicas de color blanco, que poseen capucha, que van a vagar toda la noche, por los caminos. Dicha procesión fantasmal va a estar formada por dos hileras, que estarán envueltas en sudarios y con los pies descalzos.

Cada fantasma tiene una vela encendida (o huesos ardiendo según otras versiones) y su paso va a dejar un reconocible olor a cera en el ambiente. También llevan otros objetos imprescindibles: la Cruz procesional, el caldero de agua bendita, la campanilla, el peto de ánimas y el farol o estandarte. Los miembros de esta procesión caminan y emiten rezos -casi siempre es un rosario-, cánticos funerarios y tocando la campanilla. Cuando pasan por un lugar, cesan, de manera previa, los típicos ruidos de los animales en el bosque y se pueden escuchar las campanas. Incluso, los perros anuncian su llegada, ya que aúllan de una forma desesperada y desmedida; los gatos, también, salen huyendo despavoridos y se asustan, como pocas veces se ha visto. Dice la leyenda que no todas las personas mortales poseen la facultad de poder ver, con sus propios ojos, a “La Compaña”. Según dice la tradición, tan sólo tenía la capacidad de verla: los niños a los que, el sacerdote, por equivocación, en el momento del bautizo había empleado el óleo de los muertos. Otras personas, solamente, la podrían sentir, intuir...

La compaña puede aparecer por diversas razones, como por ejemplo reclamar el alma de alguien que morirá pronto (en general en menos de un año); para reprochar a los vivos, faltas o errores cometidos. Si la falta es especialmente grave, el mortal que la ha cometido podría recibir la visita de la Compaña para que la encabece; para anunciar la muerte de un conocido del que presencia la procesión, etc En cuanto a los miembros que conforman esta compañía de fantasmas, destaca la Estadea: una figura espectral, alta y delgada, con cara esquelética y que seguramente es la que dirige la Compaña. En ocasiones también pueden estar acompañados de un animal (generalmente una cabra. También hay un miembro de la compañía que es cojo, que siempre irá al final de la misma.

A la cabeza de dicha procesión va a ir una persona viva, que va a llevar la cruz y el caldero de agua bendita. A continuación, irán las ánimas, que lo siguen, con sus velas encendidas, que no siempre son visibles; pero, si se nota su presencia a causa del olor a cera y el viento, que son capaces de levantar a su paso. La persona viva, que está en primer término de la procesión, puede ser tanto un hombre, como una mujer, dependiendo de si el patrón de la parroquia es un santo o es una santa. Según la leyenda, quien realiza dicha función, cuando se hace de día, no se acuerda de lo que tuvo lugar, durante la noche. La única manera de reconocer a las personas que están viviendo este castigo es porque su salud se va deteriorando progresivamente, volviéndose más pálido y delgado a cada noche que la controla la Compaña. Y, es que se encuentran condenados a vagar y no pueden descansar ninguna noche, hasta que acaban muriendo o que algún incauto sea sorprendido -el cual pasará a encabezar la procesión, portando la misma cruz que llevaba él-.

La única manera de librarse del control de la Compaña, es que un incauto se cruce con el camino de esta procesión, en ese momento el condenado le dará la cruz al nuevo portador, que le substituirá a la cabeza de la Compaña, quedando de esta manera libre. Aunque si alguien tiene la desdicha de encontrarse con la Compaña, existen diversas maneras de evitar que nos pases la cruz y quedar libres así de esta maldición, a saber:
  • Tumbarnos en el suelo bocabajo y hacernos los muertos, la Compaña no te notara pero pasara por encima de nosotros por lo que acabaremos magullados y doloridos pero al menos no nos darán la cruz.
  • Cuando nos vayan dar la cruz después de que el portador te diga “te toca a ti” hay que responder “Cruz tengo” para que el portador de la cruz no nos haga entrega de ella.
  • Hacer un círculo a nuestro alrededor y dibujar la cruz de la iglesia dentro de este, entonces no nos pueden hacer nada.
  • Poner los brazos en cruz en invocar el nombre de Cristo cuando te vayan hacer entrega de la cruz.
  • Llevar en el bolsillo cuernos de escarabajo y ajo.
Si vemos a la Santa Compaña desde lejos, bastará con apartarse del camino, La compaña seguirá de largo ya que no pueden abandonar el camino.

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