¿POR QUÉ ESCRIBIMOS?

AL NO PODER ACEPTAR QUE SOMOS LIBRES EN JAULAS, NOS MOVEMOS EN MUNDOS DE PALABRAS QUERIENDO SER LIBRES

TRADÚCEME

COMPAÑEROS DE LUCHA EN PLUMA AFILADA

AVISO TODOS LOS TEXTOS ESTÁN REGISTRADOS

Blog bajo licencia Creative Commons

Licencia de Creative Commons

TODOS LOS TEXTOS ESTÁN REGISTRADOS

POEMAS, CUENTOS Y ESCRITOS REVOLUCIONARIOS DE DANIEL FERNÁNDEZ ABELLA is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 Unported License. Para utilizar primero y siempre sin ánimo de lucro ha de consultar al autor. Daniel Fernández Abella todos los derechos reservados.

martes, 1 de abril de 2014

1 DE ABRIL: NI OLVIDO NI PERDÓN

El 1 de abril de 1939 es una fecha que aunque queramos, no debemos olvidar. Ese día terminó la Guerra, pero no comenzó la paz. El país se dividió en vencedores y vencidos, y la sangre de los vencidos comenzó a empapar la tierra más que en la misma contienda y las cárceles se llenaron de presos cuyo único delito era haber defendido la legalidad de la República. En la "Nueva España" que había ideado el "caudillo por la gracia de dios" no cabían todos.

"En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército Rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado.”


Con estas palabras oficialmente terminaba la guerra, pero como es habitual en la derecha de este país, fue otra de sus muchas mentiras, la guerra de trincheras del pueblo español contra las potencias fascistas europeas si terminó ese día. Con el fin de la guerra no llegó la paz.

Tras ese “fin de la guerra,” los muertos, diversas fuentes cifran en más 400.000, de ellas 192.000 en los diversos campos de concentración repartidos por nuestra geografía, a diferencia de los nazis, aquí el método era más tradicional, fusilamiento, situación que se prolongó hasta terminada la Segunda Guerra. Hubo ajusticiamientos "legales", en cumplimiento de sentencias dictadas por tribunales militares pero también hubo asesinatos ilegales, las llamadas sacas, practicadas al margen de las autoridades militares, pero con el pleno conocimiento de que se estaban llevando a cabo. Muchas de las víctimas fueron enterradas en fosas comunes repartidas por toda España, no siempre en los cementerios, sin que su muerte fuese inscrita en los registros civiles y sin que sus familiares en muchos casos fuesen informados, ni dónde ni cuándo ni cómo.

También hubo desapariciones misteriosas nunca aclaradas, presos hacinados en las cárceles, algunos de ellos por haber sido denunciados sin pruebas ninguna. La cultura dejo de escribirse con mayúsculas, poetas fusilados, o encarcelados y dejados morir a propósito.

La posguerra fue mucho peor que la guerra para una parte muy importante de españoles, unos tuvieron tiempo de salir hacía otros países, muchos de ellos terminaron en campo de exterminio nazis, ante el abandono por parte de la dictadura franquista, que al ser consultada, por los nazis, sobre que hacían con los españoles residentes en España, el Gobierno del “padrino” de su católica majestad, replicó que no existían españoles allende las fronteras. Otros lograron enrolarse en la resistencia francesa, otros marcharon a México, Argentina, Venezuela, o la Unión Soviética, con distintas suerte según los casos y países. Para ninguno terminó la guerra.

Víctimas y campos de concentración

El segundo país del mundo después de Camboya en número de fosas comunes y personas asesinadas por el estado es España. Da verdadera vergüenza que sus gobiernos sigan encubriendo y protegiendo a los criminales fascistas, humillando y cerrando las puertas a las familias de las víctimas para la reparación, a la justicia internacional que exige la condena de tantos asesinatos cometidos por terroristas uniformados y de coche oficial.

Durante cuatro décadas el franquismo trató de ocultar la violencia política que provocó, minimizando la cuantificación de los asesinados. Según los últimos estudios de Julián Casanova, autor del libro República y Guerra Civil , hoy en día se conocemos que la Guerra Civil causó 600.000 muertos más 50.000 asesinados después de la guerra por el régimen de Franco.

De los 600.000 muertos, 130.000 son asesinados por los franquistas, mientras que 55.000 son asesinados en zona republicana, el resto muere en el frente de batalla.

Después se contabilizan entre 45.000 y 50.000 en la posguerra, sólo de violencia militar franquista (del 1 de abril hasta agosto de 1946).

Otros historiadores apuntan que la Guerra Civil produjo entre 650.000 y 1.000.000 de muertos, unas cicatrices demasiado duraderas para la sociedad española.

En 2008, el juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón solicitó a Ayuntamientos y otros organismos un listado de desaparecidos durante la Guerra y la posguerra.

El listado, que se reunió el 22 de septiembre de 2008 incluía 143.353 nombres, aunque sus propios autores avisan que faltan muchísimos nombres y, al mismo tiempo, que muchos de los nombres podrían estar duplicados e incluso triplicados (lo que hicieron en el momento de hacer entrega del material para evitar suspicacias).

Presenta la siguiente distribución geográfica (según las actuales comunidades autónomas): Galicia (7.000), Asturias (6.000), Cantabria (2.535), País Vasco (1.900), Navarra (3.920), La Rioja (2.070), Cataluña (3.338), Baleares (1.486), Aragón (9.538), Castilla-La Mancha (8.851),Castilla y León (14.660), Extremadura (9.486), Madrid (3.424), Andalucía (42.131), Valencia (29.034), Murcia (1.000), Canarias (2.211), Ceuta y Melilla (768).



Población destinada al exilio o a campos de concentración 

Una de las consecuencias de la guerra, fueron los prisioneros albergados en campos de concentración. En 1938 había en España 170.000 prisioneros, tras el final de la guerra la población reclusa oscilaba entre las 367.000 y las 500.000 personas. Durante los primeros meses de guerra, cada comandante militar de cada provincia y cada general al mando de una unidad fueron abriendo campos en el territorio de su influencia. Solo a partir de julio de 1937, con la creación de la Inspección General de los Campos de Concentración de Prisioneros (ICCP) por parte de Franco se comenzó a "centralizar la gestión". El impacto de esta orden de Franco fue limitada. 

Según el autor Carlos Hernández en su obra Los campos de concentración de Franco existieron 96 campos de concentración repartidos por todo el Estado con Andalucía y la Comunidad Valenciana a la cabeza de este ránking de la infamia. El primero de ellos, de hecho, se abrió apenas 48 horas después del golpe de Estado del 17-18 de julio en Zeluán, a unos 25 kilómetros al sur de Melilla, en el antiguo protectorado de Marruecos, donde comenzó el golpe. 

Una de las grandes misiones para las que se constituyeron los campos de concentración fue la «reeducación» de los internos, al menos de los considerados «recuperables» para la causa nacionalista. Para ello se utilizaron técnicas de sometimiento, humillación, propaganda y lavado de cerebro con el fin de lograr la progresiva deshumanización de los cautivos. Cada día eran obligados a formar un mínimo de tres veces, cantar el «Cara al sol» y otros himnos franquistas, así como saludar al modo fascista.

 En los campos, y bajo la figura imprescindible del capellán, se dio una identificación absoluta de métodos y objetivos entre la Iglesia, los golpistas y la posterior dictadura. Los sacerdotes lanzaban amenazantes sermones a los prisioneros, resaltando su condición de «rojos» en las diversas clases patrióticas que impartían. No se respetaba en ningún momento la libertad religiosa de los detenidos: La asistencia a misa era obligatoria, siendo la conversión de los internos uno de los principales objetivos. Un bautizo o primera comunión eran celebrados como un gran triunfo que era comunicado al mismísimo Caudillo.18​ El Centro de Documentación de la Resistencia Austriaca recogió testimonios de brigadistas internacionales que fueron coaccionados a oír misa a fuerza de latigazos y patadas.27​ Como ha resumido el jesuita José Ángel Delgado Iribarren: «En esos campos se les sometía a un régimen de vigilancia y reeducación, con la esperanza de reincorporarles un día a la vida social. (...) Después de sacarles la ficha clasificadora se les encuadraba en los batallones de trabajadores, donde se prolongaba esta labor, que podríamos llamar de desinfección, en el orden político y religioso. No puede negársele en esta labor de reconquista de las almas un puesto de responsabilidad a los capellanes, por ser los que estaban más capacitados para influir en ellas».​

En 1946, diez años después del comienzo de la Guerra Civil, todavía estaban operativos 137 campos de trabajo y 3 campos de concentración, en los que estaban acogidos 30.000 prisioneros políticos. Siendo el de Miranda de Ebro (Burgos), el último campo de concentración clausurado en 1947. Los brigadistas internados en San Pedro de Cardeña fueron obligados a participar en estudios seudocientíficos preparados por Antonio Vallejo-Nájera, jefe de los Servicios Psiquiátricos Militares del Ejército de Franco y conocido como el Mengele español. En esta labor fue ayudado por dos médicos, un criminólogo y dos asesores científicos alemanes. Durante meses, los prisioneros sujetos a investigación fueron fotografiados, sometidos a la medición del cráneo y de otras partes del cuerpo, a pruebas de estrés y cuestionarios personales y de inteligencia.

La explotación económica de los vencidos llevó a la dictadura franquista al extremo de emplear a más de 400.000 presos políticos como trabajadores forzados.

Durante los primeros meses del conflicto provocaron desplazamientos de población como consecuencia de la batalla del Norte, periodo durante el cual cerca de 200.000 personas cruzaron a Francia, de las cuales 165.000 regresaron a España para reincorporarse a la zona republicana. Desde entonces Francia recogería un goteo de exiliados hasta que en los últimos momentos de la guerra, con la caída de Cataluña, se produjera la gran oleada en la que pasaron a Francia otras 350.000 personas.

En los días siguientes al cese de hostilidades y final de la contienda, desde Alicante, zarparon unas 15.000 personas, la mayoría con destino al norte de África y la Unión Soviética. En total se calcula que fueron unos 450.000 personas las que permanecían exiliadas en la primavera de 1939, inmediatamente después de acabada la Guerra Civil, de ellas, casi la totalidad, 430.000, lo estaban en Francia, confinadas, en su mayoría, en campos de concentración habilitados para acogerlas, según el historiador Javier Tussel 1999 V. III. Cap. El exilio y el comienzo de la posguerra en el interior.

Más de 9.000 españoles fueron enviados a campos de concentración en Alemania, principalmente a Mauthausen, pero también a otros, como Auschwitz, Sachsenhausen, etc. de los cuales únicamente lograron sobrevivir unos 2.000 republicanos. Entre 30.000 y 40.000 españoles serían enviados a campos de trabajo en Alemania.

Al iniciarse la Segunda Guerra Mundial, la mayoría de los refugiados que permanecían en Francia se incorporaron a unidades militares para combatir el nazismo y unos 10.000 refugiados, se integraron en la resistencia jugando un papel importante en la lucha contra la ocupación alemana y la liberación de París con ‘la Nueve’. El exilio republicano permanente se cuantifica en 200.000 exiliados, los ‘transterrados’ que nunca pudieron volver a su patria.



El sistema de trabajo esclavo del franquismo

Aunque el trabajo forzado de los presos era algo corriente desde el golpe de Estado, la construcción del Valle de los Caídos será una de las primeras grandes obras en utilizar mano de obra esclava de forma masiva. Franco quería un gran mausoleo, un monumento a la altura de la cruzada que acababa de acometer, y apenas esperó para ponerlo en marcha. El 1 de abril de 1940, en el primer aniversario de la victoria, se ordena el comienzo de las obras mediante decreto. El documento no deja lugar a dudas sobre el propósito, Franco quiere homenajear a los que han caído combatiendo a su lado: “Lugar perenne de peregrinación, en que lo grandioso de la naturaleza ponga un digno marco al campo en que reposan los héroes y mártires de la Cruzada”.

 En un panfleto publicado a finales del 39 y que había titulado “La solución de España al problema de los presos políticos”, el jesuita sienta las bases de lo que será su labor al frente del Patronato de Redención de Penas por Trabajo: “es muy justo que los presos contribuyan con su trabajo a la reparación de los daños a que contribuyeron con su cooperación a la rebelión marxista”. Del Pulgar va a hacerles pagar.

El funcionamiento del Patronato era sencillo: las empresas y los entes públicos solicitaban presos para trabajar y los responsables decidían la cantidad que les adjudicaba y la cárcel de donde eran seleccionados. El Archivo General de la Administración conserva los libros de actas que elaboró el Patronato entre 1940 y 1960, donde se detallan los presos adjudicados, el lugar de destino y la labor que van a realizar. Sin embargo, estos datos todavía no se han vaciado de forma sistemática, por lo que los investigadores que trabajan sobre el tema han recurrido a las Memorias de la Dirección General de Prisiones. Las investigaciones muestran que había empresas de todo tipo, incluido pequeño comercio y particulares que solicitan una criada para el servicio doméstico.

Mientras trabajaban, eran encerrados en colonias penitenciarias, en destacamentos penales, o en las propias cárceles. Para tener una imagen general del sistema de encierro, a estas colonias penitenciarias habría que sumarlas a la existencia de campos de concentración destinados al internamiento y la clasificación de los prisioneros de guerra.

Las cifras y la extensión de esta práctica a todos los sectores de la economía muestran que el sistema de trabajo esclavo no fue algo puntual, sino uno de los pilares claves de la economía franquista. Según los historiadores que han trabajado en esta cuestión, la mayor cantidad de presos fueron destinados a infraestructuras y obras públicas, como la construcción de vías férreas, carreteras, canales, cárceles y minas. Un ejemplo es la construcción de la cárcel de Carabanchel en Madrid, donde se sabe que en 1946 había 956 presos trabajando, aunque no se dispone de más datos sobre otros años.

En El Valle de los Caídos: Una memoria de España, una de las investigaciones más detalladas sobre la construcción del monumento, el historiador Fernando Olmeda no se atreve a dar cifras sobre la cantidad de presos que trabajaron en el Valle de los Caídos debido a la dificultad para conocer estos datos. Según las Memorias de la Dirección General de Prisiones, se trataría de unos 500 presos al año entre 1943 y 1950, aunque hay años en los que ni siquiera aparecen cifras.

Las obras fueron adjudicadas a tres constructoras, Banús, Molán y San Román, y los propios directivos se paseaban por las cárceles para seleccionar a los internos. Teodoro García Cañas, preso en la cárcel de Ocaña, recordaba en el libro “Esclavos por la patria” cómo Juan Banús examinaba personalmente los dientes y los músculos de los presos para escoger a los que pudiesen aguantar mejor. Muchos no lo hicieron. A las muertes por las malas condiciones de trabajo y el agotamiento se sumaron las que produjo la silicosis por las obras en las criptas.

Los presos se redimían no solo ante la patria, sino también ante Dios. A cambio de su trabajo, el Patronato había establecido un sistema de reducción de condenas y una paga económica cuyo objetivo era mostrar que era posible volver al buen camino y obtener el perdón. Sin embargo, lo cierto es que apenas se cumplieron. El sistema penitenciario de Cuervo Radigales estaba basado en la arbitrariedad y la tortura sistemática de los internos, a los que se aplicaban medidas como una política de dispersión constante que Radigales bautizó como “turismo penitenciario”. En cuanto al sueldo, se estableció un pago de 2 pesetas diarias de la que el Estado descontaba 1,5 para gastos de manutención.



Cuelgamuros: La mayor fosa común de la península

Para la inauguración del Valle de los Caídos, Franco escogió otro aniversario de la victoria militar, el de 1959. Aunque en un primer momento se había decidido que solo fuesen enterrados allí los héroes del bando sublevado, en 1958 el régimen cambia de idea: una carta del ministro de Gobernación de ese año especifica que las inhumaciones se harán “sin distinción del campo en el que combatieron”. El lugar nunca dejó de ser un monumento a la victoria franquista, pero se decidió trasladar allí cadáveres procedentes de fosas comunes de prácticamente toda la península, sin tener en cuenta de dónde procedían ni avisar a sus familiares.

La enorme cantidad de traslados, que se prolongaron hasta 1983, convirtieron al Valle de los Caídos en la mayor fosa común de España, con 33.833 cuerpos. De ellos, 12.410 permanecen todavía hoy sin identificar. Aunque las fosas fueron declaradas de titularidad estatal en 2007, el acceso a ellas depende de la Iglesia gracias a los acuerdos de 1979 con el Vaticano, y esta ha utilizado esa potestad para negarse a que se efectuasen las identificaciones incluso cuando había sentencias judiciales favorables a los familiares, como sucedió en 2017 con el caso de Manuel y Ramiro Lapeña.

Estos acuerdos, que tienen el carácter de tratado internacional y por tanto están por encima de las leyes nacionales, son el principal obstáculo que afronta el gobierno para trasladar los restos de Franco. Sin embargo, el destino del monumento abre también otros interrogantes. Uno de ellos es el de su posible conversión a un memorial de las víctimas de ambos bandos, como recomendó el Comité de Expertos nombrado por Zapatero en 2011. La conversión parece complicada para un monumento que desde el principio tuvo clara su finalidad y que ha continuado siendo un lugar de homenaje el franquismo hasta ahora. Pero además, exige responder a preguntas como la financiación de su restauración, cuyo coste se estima en unos 13 millones de euros por el enorme deterioro que sufre el monumento.

En 2011, Joan Tardá propuso en el Congreso que estos costes corriesen a cargo de las empresas que se habían enriquecido con la mano de obra esclava. Para ilustrar su argumentación, utilizó una fotografía de las obras en la que se podía ver un cartel de la constructora Huarte, que después formaría la actual OHL. En el reverso de la foto, una anotación indicaba la necesidad de borrar el cartel para que no se asociase con la empresa. En realidad, la participación de Huarte en las obras se produjo de forma más tardía, en 1950, cuando según los datos de la Dirección General de Prisiones ya no había trabajo esclavo. No obstante, como señalaron los colectivos de memoria histórica de Navarra cuando le concedieron la Medalla de Oro de Navarra a Félix Huarte, la complicidad de este con la dictadura había sido enorme y se cree que utilizó trabajo esclavo en otras obras, como la construcción del aeródromo de Ablitas.

Huarte no fue la única. Las grandes fortunas del IBEX 35, construidas a base de trabajo esclavo, no querían dejar rastros de su pasado. OHL no era la única, como descubrieron las investigaciones del Financial Times en 2003 y La Marea en 2014, muchas otras grandes empresas también habían construido su fortuna gracias a los trabajos forzados, desde mineras como Norte o Duro a constructoras como Acciona y ACS o energéticas como Iberdrola o Gas Natural Fenosa.

Todas coincidieron en negarse a dar explicaciones y proporcionar información sobre ese asunto. El sistema creado por Pérez del Pulgar y Cuervo Rodigales seguía generando beneficios muchos años más tarde.



1 de abril, año de la derrota, inicio de la represión
nos detuvieron, nos raparon, nos humillaron, nos torturaron
y nuestras voces silenciaron, callaron y amordazaron
bajo las botas del fascismo, el cacique, el ejército la religión

Cuarenta años de dictadura fascista, de humillación
de dolor, persecuciones y torturas, de silencios, miradas gachas y silencios sepulcrales
de muertes, represiones y cunetas, de miedo y sumisión
de camisas azules, caciques, sotanas, carlistas, fascistas y botas militares 

En este país con ejército Rojo cautivo y desarmado
bajo el imperio de la cruz y la espada
que dejó una España mutilada
de heridas que aún no han cicatrizado

No olvidamos a todos aquellos que dieron su vida
por defender la democracia y la libertad,
ambas mutiladas y vendidas
en el mercado de la ignorancia y la necedad

a todos aquellos perseguidos
a todos los que fueron torturados
a todos aquellos que fueron vencidos
nada ni nadie ha sido olvidado

en cada lucha os seguimos recordando
y estáis siempre con nosotros presentes
en cada lucha y cada frente
seguimos en pie, seguimos luchando

por todos aquellos que sufrieron en silencio, callados
por todos aquellos señalados por los vencedores
recordando quienes fueron los perdedores
y quienes los vencidos y derrotados

Abuelos, no olvidamos ni perdonamos
reprimidos y enterrados en fosas comunes y cunetas 
seguiremos combatiendo al igual que antaño
en el frente y en las barricadas
 
os recuerdan vuestras hijas y vuestras nietas
siempre en la memoria aquí seguimos y aquí estamos
recordándoos ,ahora y siempre como antaño
en cada lucha, en cada batalla librada


1 comentario:

  1. TAMBIÉN PUBLICADO AQUÍ http://cli-as.org/1-de-abril-ni-olvido-ni-perdon/

    ResponderEliminar