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jueves, 3 de septiembre de 2015

RECORDANDO A SALVADOR ALLENDE

El golpe de Estado en Chile del 11 de septiembre de 1973 fue una acción militar llevada a cabo por las Fuerzas Armadas de Chile conformadas por la Armada de Chile, la Fuerza Aérea de Chile y el Ejército de Chile en conjunto con Carabineros de Chile para derrocar al presidente socialista Salvador Allende Gossens y al gobierno izquierdista de la Unidad Popular.

Allende fue presidente de Chile desde 1970 hasta el golpe de estado dirigido por el general Augusto Pinochet el 11 de septiembre de 1973, día en que falleció en el Palacio de la Moneda, que fue bombardeado por los golpistas.

Salvador Allende perteneció a una familia de clase media acomodada. Estudió medicina y, ya desde su época de estudiante universitario, formó parte de grupos de tendencia izquierdista. Más tarde, alternó su dedicación a la política con el ejercicio profesional. Participó en la elección parlamentaria de 1937, y salió elegido diputado por Valparaíso. Fue ministro de sanidad del gabinete de Pedro Aguirre Cerdá entre 1939 y 1942. A partir de entonces se convirtió en líder indiscutible del partido socialista.

En 1952, 1958 y 1962 se presentó a las elecciones presidenciales. En la primera ocasión fue temporalmente expulsado del partido por aceptar el apoyo de los comunistas, que habían sido ilegalizados, y quedó en cuarto lugar. En 1958, con el apoyo socialista y comunista, quedó en segundo lugar tras Jorge Alessandri.

En 1964 fue derrotado por Eduardo Frei Montalba, que propugnaba un programa de "revolución en libertad", cuyos puntos sustantivos eran la reforma agraria, el establecimiento de un programa destinado a incrementar la participación de la ciudadanía, la chilenización del cobre (es decir, el control por el estado de los beneficios de su explotación) y la realización de una reforma educacional. La candidatura de Allende, que encabezaba el FRAP, conformado por la alianza de socialistas y comunistas, sólo suponía diferencias de ritmo y envergadura. El FRAP proponía nacionalizar la totalidad de las empresas cupríferas, transformándolas en propiedad social por medio del Estado, y una reforma agraria de mayor alcance.

El resultado de las elecciones presidenciales del 4 de septiembre de 1964 fue claro y definitivo. Eduardo Frei obtuvo el 56,9% de los votos, en tanto que Salvador Allende lograba el 38,93% del total. La "revolución en libertad" estaba concebida como un intento de modificar las estructuras fundamentales del país, pero en un marco de democracia y respeto al orden institucional. Las críticas que desde un comienzo surgieron hacia el gobierno de Frei tuvieron su origen en la naturaleza de las medidas a tomar. Para la derecha, las transformaciones propuestas tenían un repudiable carácter socialista. Para la izquierda, eran sólo intentos reformistas, condenados al fracaso por su propia banalidad.

En paralelo con el avance de importantes medidas sociales, el panorama político durante el gobierno de Frei Montalva fue de aumento de la polarización, incluso en el interior del Partido Democratacristiano, que sufrió importantes divisiones, así como el desligamiento de sectores de su juventud hacia posturas más vinculadas a la izquierda. Por fin, las elecciones parlamentarias de 1969 mostraron la nueva situación política del país, en tanto sus resultados apuntaron a perfilar tercios irreconciliables, en gran medida debido a la disminución del apoyo al centro político y el fortalecimiento de las opciones de izquierda y de derecha.



Esta situación se reflejaría con mayor claridad en las elecciones presidenciales de 1970, marcadas por el enfrentamiento de proyectos de sociedad antagónicos e imposibles de conciliar. En ellas resultó victoriosa la alianza de comunistas, socialistas, sectores del radicalismo y el MAPU en la llamada Unidad Popular, que estaba encabezada por Allende, con el 36, 3 % de los sufragios. El estrecho margen de diferencia con los votos recibidos por los otros dos candidatos, Jorge Alessandri por la derecha y Radomiro Tomic por la Democracia Cristiana, obligó a que la elección de Allende fuera ratificada por el congreso, en el que se enfrentó a una fuerte oposición. Por fin, el 24 de octubre de 1970, tras lograr el apoyo del Partido Demócrata Cristiano con la firma de un Estatuto de Garantías Democráticas que se incorporaría al texto constitucional, Salvador Allende fue proclamado presidente.

Desde la fecha de comienzo del mandato (el 3 de noviembre), las dificultades que el nuevo gobierno debió enfrentar fueron inmensas. Ya antes de la asunción presidencial se realizaron intentos por abortar el proceso, el más grave de los cuales terminó con el asesinato por parte de un comando de ultraderecha apoyado por la CIA del Comandante en Jefe del Ejército, general René Schneider, que era un decidido partidario de la subordinación del poder militar al civil.

A pesar de ello, la Unidad Popular, una vez en el gobierno, emprendió la realización de su plan de acción, el cual ponía énfasis en la profundización de las medidas reformistas iniciadas por la administración anterior. Así, se amplió el volumen de tierras expropiadas y se inició la socialización de importantes empresas hasta entonces en manos privadas, las cuales pasaron a ser dirigidas por cooperativas de trabajadores asesorados por funcionarios proclives al Gobierno. Además, se concretó la nacionalización del cobre, sin pago de indemnizaciones a las empresas norteamericanas, lo cual significó el enfrentamiento con los Estados Unidos, quienes a partir de ese momento apoyaron abiertamente a los grupos opositores al gobierno socialista.

Esta oposición se estructuró en distintos frentes; en lo político, en un parlamento en el cual representantes de derecha y democratacristianos actuaban unidos; en el plano de lo ilegal, en los grupos de carácter terrorista que dinamitaron torres de alta tensión y líneas férreas. A pesar de esta rígida oposición, el Gobierno de Allende contó con un apoyo importante por parte de la ciudadanía, en particular de los sectores populares, que se veían directamente beneficiados. En efecto, el Estado subsidiaba gran parte de los servicios básicos, además de apoyar a organizaciones de trabajadores, campesinos y pobladores urbanos en sus demandas de participación.

Este apoyo a la presidencia de Allende se demostraría claramente en las elecciones parlamentarias de 1971 y las municipales de 1973, en las cuales los partidos de la Unidad Popular crecieron en número de votos. Junto con ello, el discurso político de los partidos de izquierda fue adquiriendo tintes cada vez más radicales, en tanto que el enfrentamiento abierto con los grupos opositores se hacía realidad en las calles e indicaba una situación de lucha de clases a sus ojos inevitable.

Acciones de grupos como el MIR y sectores del Partido Socialista venían a confirmar este diagnóstico, al considerar urgente la creación y el fortalecimiento de instancias de "Poder Popular" que fueran alternativas a los estrechos marcos que la institucionalidad prefijaba para una posible construcción de una sociedad socialista. Este intento, conocido como la "Vía chilena al socialismo", conoció el interés y el apoyo de sectores de todo el mundo, en particular desde el Bloque Soviético, Cuba y los Países No Alineados, lo que se traducía en el envío de ayuda material y asesores industriales.

A pesar de todo ello, una serie de problemas vinieron a polarizar aún más a la sociedad chilena bajo la presidencia de Allende, en gran medida debido a causas económicas. La inflación se hizo incontrolable, ya que las alzas salariales y los gastos del Estado fueron financiados con emisión de circulante sin base de sustentación en la producción, la cual se vio disminuida y contraída como consecuencia del bloqueo iniciado por los Estados Unidos y el permanente conflicto que vivían muchas empresas, en virtual paralización permanente por la falta de recursos. A ello se agregaban problemas de distribución de alimentos y bienes, lo que hacía difíciles las condiciones de vida del común de la población.

Este clima de desabastecimiento y crisis, azuzado por los distintos sectores políticos, se tradujo en numerosas movilizaciones a favor y en contra del gobierno de Allende, la más importante de las cuales fue la paralización del yacimiento de cobre de El Teniente, junto a la huelga de los gremios de transportistas, que prácticamente inmovilizó el traslado de bienes de un punto a otro del país. A ello se sumaban conflictos en la universidad y en los colegios profesionales (médicos y profesores fundamentalmente), que dibujaban una división profunda en todos los ámbitos de la vida nacional.

Ante tal situación, el presidente decidió tomar, ya en 1973, medidas que sirvieran como vehículos de diálogo y negociación con la oposición democratacristiana, tales como el ingreso de importantes figuras militares al gabinete, representadas por el Comandante en Jefe, general Carlos Prats, y la oferta de realizar un plebiscito para consultar a la ciudadanía en torno a la continuidad del régimen o la convocatoria a nuevas elecciones. A estas medidas siguió un endurecimiento en las posiciones más radicales de la izquierda, que proponían al Primer Mandatario el cierre del Congreso y la utilización de Facultades Extraordinarias para gobernar.

La derecha y algunos sectores de la Democracia Cristiana consideraron la situación insoluble, por lo que decidieron, de forma más o menos abierta, recurrir al recurso del golpe de estado militar contra el presidente Allende. En junio de 1973 hubo un primer intento de golpe, conocido como "El Tancazo": un regimiento de blindados de la capital se alzó contra el gobierno, pero las fuerzas leales, encabezadas por Prats, lograron dominar la situación.

Finalmente, el 11 de septiembre de 1973, el general Augusto Pinochet encabezó un golpe militar, durante el cual bombardeó el palacio de la Moneda, sede del gobierno. El presidente Allende rechazó las exigencias de rendición y murió en el palacio presidencial. En 1990 su cuerpo fue exhumado de la tumba anónima en la que se hallaba, y recibió en Santiago un enterramiento formal y público.


CHILE Y PINOCHET: EL GOLPE AMPARADO POR NIXON Y LA CASA BLANCA

El laboratorio chileno

Esa diferencia se consolidó por medio de otro factor que hizo de este golpe memorable.
Si bien es cierto que Allende estaba ensayando algo que no se había hecho antes, los que se tomaron el poder también tenían un proyecto nuevo: los llamados "Chicago Boys" llevaron los principios del economista estadounidense Milton Friedman a Chile antes de las experiencias neoliberales o neoconservadoras de las naciones de Occidente.

Los que se tomaron el poder, "tenían un profundo sentido de misión: eliminar el comunismo y crear un nuevo orden, un nuevo Chile", recuerda Alan Angell.

"Pinochet llegó con un plan económico que era casi diametralmente opuesto al de Allende", le dice a BBC Mundo el canadiense Kristian Gustafson.

Las dictaduras – ninguna que se sepa- consideran los males que acarrean en el entorno de los individuos que someten a su implacable acción : hijos que nacen en otras latitudes, que hablan un idioma distinto, que asimilan costumbres diferentes, es decir, que carecen de arraigo-Y, así. desde siempre, incluso en el siglo en que vivimos. Muchos libros se han escrito sobre el tema y no hay cuenta para los que es escribirán, aunque no todos dan un enfoque realista de lo que viven y sufren esos pueblos. Sobre el tema de Allende y la dictadura del innoble Pinochet, en España, pasan del centenar los libros editados.

LOM ediciones, para guiar al lector en el entramado de Milico, del escritor chileno José Miguel Varas, Premio Nacional de Literatura, ilustrando la contraportada, escribió lo que sigue:

“Algunas novelas se desmarcan por haber sabido encarnar la verdad íntima de una época. En ellas la Historia deja de ser mayúscula, se quiebra en historias múltiples y dice la magnitud de lo vivido por todos precisamente a través la vivencia singular. Son novelas generosas, prolijas en personajes, a la vez que ceñidas a un hilo: el del destino que urde cada vida cuando nos tocan tiempos tempestuosos.

Milico es quizás la novela del Golpe. Generosa sin duda, capaz de abrir los brazos a los personajes más dispares: a los ambientes más contrastados -militares y barberos, periodistas y campesinos, hombres y mujeres-. Compleja por su reparo en lo que todos tienen de más contradictorios: desde el milico a la antigua, forjado en la obediencia, que desacata una orden bajo el gobierno de Ibáñez, hasta el verdugo uniformado de los 70 que cree obrar por una sociedad más civilizada; desde el hijo de caballero que deviene en militante comunista hasta la madre que abandona al hijo por otra lealtad más fuerte. Novela increíblemente fina de oído, atenta al canto particular de cada una de sus criaturas, pues en Milico las conversaciones se escuchan, los personajes tienen voz y dejo. Quizás sea esa pluralidad de voces lo que da a Milico su categoría de una novela-mundo que no excluye a ninguna figura, cada cual aquí se encontrará.

Y en esa otra dimensión que es la literatura, escucharse es posible.”

La presencia del dictador Pinochet parece estará presente en Chile por muchos años, no solo por sus crímenes sino por ser el sátrapa más corrupto y cínico, de los que han gobernado en Latinoamérica y porque ha creado un país singular en el mundo entero al darle al territorio de los chilenos una estructura militar.

Patricio Orellana escribió un artículo titulado "La inteligencia militar y las regiones" y dice al comenzarlo: "Chile es el único país del mundo que reconoce sus regiones por las denominaciones ¡Primera! ¡Segunda! ¡Tercera! ¡etc! Igual como ellos designan a sus divisiones de mando militar.

Pero, lo curioso es que los políticos que han gobernado a Chile, desde la caída del honrado general Augusto Pinochet Ugarte, su nombre como militar, no han demostrado mayor preocupación por dejar que viva su recuerdo con esto de las regiones: nada hizo el ex Presidente Lagos y, según ha comentada a su paso por Madrid, la actual mandataria tampoco borrará el recuerdo la dictadura, porque mantendrá la numeración de las provincias chilenas. Además, ella, durante la ceremonia de transmisión del mando, escuchó el himno nacional, que dice "que Chile será de los libres o el asilo contra la opresión"- con el estilo de Bush, es decir, con la novedad de llevar su mano derecha sobre el corazón.



1 comentario:

  1. Siempre le enriquece a uno leer, como es ente caso, textos relacionados con Salvador Allende, presidente Electo de Chile y asesinado por la CIA, el 11 de septiembre de 1973 en medio de los bombardeos al Palacio e La Moneda por medio del Golpe de Estado, encabezado por Augusto Pinochet, que siguó con asesinatos y concentración de miles de Ciudadanos de CHILE LIBRE, en el Estadio Nacional de Chile, donde el el mismo centro se hacían las brutales y sangrientas palizas públicas y fusilamientos delante de todos los arrestados. Uno de estos asesinatos fue en la Persona, Ciudadano y Canta-autor VICTOR JARA, muy querido por CHILE, a quien antes de morir lo masacraron la cara y ambas manos fueron machacadas con la culata de quien después acabaría, de tocar su guitarra y de cantar. El verdugo que le estaba torturando, finalmente lo acribillo a balazos, quedando muerto en segundos y tras su muerte una tronadora salva de aplausos de los miles de Ciudadanos que esperaban una peor suerte. Todas las muertes que provoco este golpe fueron sentidas y las de Salvador Allende y Victor Jara, lo fueron sentidas en el mismos Estadio de la Mierte y se sumo a sacrificio humano, la de Pablo Neruda, Poeta del Pueblo quien después de estos sucesos y los que siguieron con la ferrea persecución de toda la izquierda, todo ello se sumó en que Neruda entro en agonía por todos los acontecimientos y si moría el Pueblo él se dejó morir y su agonía la siguieron miles y miles de Ciudadanos de Chile quienes visitaron al moribundo Pablo, entre medio de sus libros tirados por las hordas de Pinochet que destruyeron su casa tirando los estanterías y que todos sus escritos rodeaban la cama del maltrecho Poeta. Tras la muerte de Pablo Neruda, se improviso un Cortejo Fúnebre, nos imaginamos prohibido, porque quienes ostentaban el poder por las armas, no iban a dejar que se les acabara su fechoría. Aprovecharon que la gente estaba siguiendo por miles el entierro de su querido Poeta, para grabar en cine, 9 y medio, 8, 16 y 35 mm (película) y después la represión acto seguido para aprehender a miles de seguidores de Salvador Allende, Victor Jara y Pablo Neruda. Ahora que llega la fecha del aniversario 11 de septiembre de 1973, valla nuestro recuerdo y nuestra porfía que lucharemos como ellos hasta la muerte. si hiciera falta. ¡¡¡VIVA EL PUEBLO CHILENO!!! ¡¡¡VIVA SALVADOR ALLENDE, PRESIDENTE!!! ¡¡¡VIVA VICTOR JARA, CANTA-AUTOR!!! ¡¡¡VIVA PABLO NERUDA, POETA!!! ¡¡¡VIVA CHILE!! ¡ HONOR Y GLORIA Y QUE CAMINEN POR LAS GRANDES ALAMEDAS CON LA JUSTICIA Y LA PAZ PARA SIEMPRE.

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